sábado, 28 de marzo de 2009

UN POEMA CON FLORES Y AROMA



El rumor de las hojas
crece en forma de viento.
Una aún no llama deviene resplandor.
Una aún no fuego preludia su ceniza.

JAIME SILES. Himnos tardíos





UN RUMOR DE AROMAS




Viene un rumor de aromas,
un fresco abecedario de colores,
un alfombrado campo;
y se muestran abiertos los caminos... ,
y la voz se desnuda, alborozada,
y el alma,
como estambre de flores en un jardín de sueños, se recrea.





Rafaela Lillo

sábado, 7 de marzo de 2009

LAS CENIZAS DE UN AYER QUE MUERE LENTAMENTE




Aún en la distancia, en el tiempo, en el lejano olvido tuyo, en el adiós definitivo y a pesar de tantos obstáculos, sigues permaneciendo en mí, como un tatuaje imborrable, como parte de mi piel, de la que no puedo desprenderme.
Me pregunto sino estaré malgastando las palabras, me pregunto si hacer un gasto inútil de ellas no será un despilfarro. Debería intentar aprovecharlas, conseguir una utilidad compensadora. Dirigirlas a ti es como la lluvia sobre el mar, ¿quién la nota? Su dulzura es tan efímera.


Manuela Maciá

lunes, 2 de febrero de 2009

CRISIS y GIRO HACIA LA ESPERANZA



Estaba derrotada, inmersa en la gran crisis de la soledad, cuando escuché una voz a través de las ondas. “La palabra Crisis, en contra de lo que muchos piensan, es positiva, alentadora e invita al cambio, a la superación, a no creer que el abismo es insalvable”.Fue como una la parábola, la representación de otra realidad. A la deriva en mi mar de soledades, vi la luminosa bengala ascender hacia el cielo. Entonces me levanté, como Lázaro, dispuesta a caminar.




Manuela Maciá

lunes, 26 de enero de 2009

SUGERENCIAS DE LECTURA


He leído un libro precioso y lo quiero compartir con todos los que os acerquéis por este rinconcito. Se titula La nieta del señor Linh y el autor Philippe Claudel. Lo edita Salamandra.
Es un libro aparentemente sencillo, casi minimalista, pero a la vez complejo por la carga de mensajes que atesora y por el lenguaje poético y cuidado con el que está construido. Es principalmente un canto a la amistad, a la necesidad que tiene el hombre del calor humano, una denuncia a la insolidaridad y un retrato en blanco y negro de los resortes de dolor humano ante la pérdida familiar, de las aristas de la vejez, de la necesidad de crear un mundo diferente para sobrevivir. No os cuento el argumento porque es uno de esos libros con un final sorprendente. Os animo a que paséis unas horas sumergidos en la lectura de este libro breve y encantador que solamente tiene poco más de cien magníficas páginas.

Rafaela Lillo

domingo, 25 de enero de 2009

RAFAELA LILLO


ROSA, ESPIGA, PUÑAL DE FUEGO



Desde que las palabras salieron de su nada
y aplicaron sus ecos a las cosas,
las cosas les pertenecieron
como el ritmo a la música.

La niebla que arañaba las horas y los días,
que encerraba fantasmas en sus muros,
tomó la claridad del alba
y rompió los silencios.

Y vibró la palabra en la sonata del mundo,
y se prendió de acordes diferentes.
Ató la luz al pensamiento
y el hombre la hizo suya.

El lenguaje se alzó hasta los ojos y las sienes,
encadenó a sus ecos las ideas,
y volvió el mundo más abierto,
pintado en los vocablos.

Crecieron en su árbol las ramas del lenguaje,
crecieron en su savia al infinito;
su exacto poder, tan inmenso,
era ya irrebatible.

Y se alzó la palabra como un arco de triunfo
sobre todos los vientos de la tierra:
rosa, espiga, puñal de fuego,
verdad o astuta Circe.

La palabra, en su arbitrio, nos salva y nos condena.

Rafaela Lillo

RAFAELA LILLO


NIÑO NEGRO


Nadie había en la calleja
- tarde de sol desterrado-
sólo estaba el niño negro
con un caballo en la mano.

Pelo negro, ojos negros,
ojos y pelo marcados.

Nadie juega en la calleja.
Lágrimas de desencanto.
Llorando está el niño negro
- el sol no quiere mirarlo .
Llorando está porque sabe,
igual que sabe el caballo,
que la soledad es negra,
negra como pozo amargo,
y negra quema la espuela
cuando espolea sangrando.

Pelo negro, ojos de duelo,
llanto negro, llanto agrio.

Cuando se dobla la esquina
los niños blancos jugando.

Rafaela Lillo