martes, 31 de enero de 2012

EL BESO



Me dejó tirado, desahuciado como un pelele. Sin responder a ninguna de mis preguntas después de soltar toda su retahíla de frases inapelables. Fría como una barra de hielo se limitó a fingir que le interesaba la letra de la canción que emitía la radio del coche. “Lo nuestro ya no puede ser. Ya no te quiero, así que se acabó. Necesito sabia nueva en mi vida. Me da igual que lo comprendas o no. Yo tengo que luchar por mi misma, nada de cuanto digas me hará cambiar de opinión.”
¿Qué se puede hacer ante un abandono tan rotundo? ¿Cómo se conjuga la resignación? Aún notaba la calidez de su último beso, como regalo de despedida, sobre mi piel. El verde del trigo y las amapolas intentando abrirse paso entre las espigas me molestó, yo estaba muerto y ella... Miré el reloj, había quedado con un posible comprador en aquella urbanización perdida. No tardaría en llegar así que más tarde decidiría qué hacer con el cadáver.



Manuela Maciá