Cada día que pasa es la suma de un tiempo que no
espera y que sentencia una página escrita. Lo intentamos todos los días con la
perseverancia del incansable. Pintamos colores y los convertimos en senderos,
por donde nos gustaría perdernos persiguiendo paraísos. Onduladas sensaciones se
balancean en la distancia y forman montañas de espejismos que se desvanecen
cuando crees que vas a alcanzarlas. Son como besos que se lanzan a la luna y
que suspiran por morir en su cara oculta. Todo es mentira hasta que se escucha
el llanto de la soledad.
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