miércoles, 2 de junio de 2021

CENIZAS


         No sé si os pasa, pero yo nunca he podido evitar que la ceniza se escape del cenicero y vuele hasta la mesa o sobre ese mueble lleno de fotografías de toda la familia. El caso es que procuro que no ocurra, pero sin éxito. Es como un destino circular del que no puedes escapar. Intenté explicárselo a mi mujer, nunca quiso comprenderlo, no tenía la menor voluntad de ponerse en mi lugar, aludía a que eran justificaciones tontas, excusas baratas de vago incurable. Tuve que dejarla marchar. Al principio lo pasé mal, añoraba sus regañinas, sus gritos, ese rosario de insultos que le salían de carrerilla... A todo se acostumbra uno, la verdad. El problema es que ahora la ceniza ha ocupado espacios, ha conseguido una notable altura y me cubre hasta el cuello. Y aquí estoy a la espera, preguntándome qué pasará cuando alcance mi boca, la nariz, y no pueda respirar. 


Manuela Maciá

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