o levantarte, abrir la puerta y salir. Pero ante mi hay una puerta infranqueable
y decir lo que pienso no es lo más conveniente, pues lo único
que lograría es que regresáramos a un clima que no me siento capaz
de soportar. Me repito constantemente que mantener la cordura, recurriendo
al análisis y la reflexión, es la mejor manera de no salirse de las
coordenadas, de sostener cierto equilibrio. No obstante, en ese preciso
momento, amiga mía, no me apetece ser lógica ni coherente, ni conservar
el equilibrio y aún menos ser prudente. Esa velada insinuación de
que tal vez sigamos allí mucho tiempo altera mi ánimo, así que, guardo
el calendario y cierro el bolso dispuesta a decir muchas cosas de las que
más tarde, sin duda, me arrepentiré.
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